Desplegando
las banderas justicieras para reivindicar y rescatar a los pobres
de México (¿cuántos?; ni Julio Boltvinik ni el INEGI ni Josefina
Vázquez Mota ni el Banco Mundial ni la CEPAL, se arriesgan a
dar una cifra final algunos hablan de 70 millones), el gobierno
foxista en pleno, recuperado del capítulo Marcos & Co.
ha iniciado la nueva guerra tras enviar al Congreso la iniciativa
de reforma fiscal integral que el zar de las finanzas
públicas, Francisco Gil Díaz, ha bautizado metafóricamente
como Hacienda Pública Distributiva y que el propio Presidente
Fox enfatiza como ‘reforma redistributiva’ por aquello
de la redistribución del ingreso y de la riqueza que desde hace
décadas popularizó Ifigenia Martínez junto con otros econometristas
del Colegio Nacional de Economía (en la lista hay que incluir
a los exsecretarios David Ibarra, de Hacienda, y Carlos Tello
y Ricardo García Sáinz, de Programación y Presupuesto).
Pero
la nueva guerra no será fácil: aparte de los diputados
priístas que se oponen a la reforma (están en contra de una
aprobación de la misma al vapor, además de señalar que
no aceptarán presiones ni consignas emanadas desde Los Pinos),
está la propia fracción del PRD que exige olvidarse de nuevos
impuestos enfocando sus baterías a gravar el capital
especulativo cooptado a través de la Bolsa Mexicana de Valores
(en un performance” clausuraron” dicha sede financiera),
mientras que los exaliados de Fox, los verdes encabezados
por el patrimonialista Jorge González Torres, ya anunciaron
que votarán en contra de eliminar la tasa cero a productos de
consumo popular (finalmente, los ricos y los superricos son
los más beneficiados).
En
contraparte, los administradores y dueños de la riqueza
nacional agrupados en la ABM y en el CCE, así como los propios
legisladores del PAN ya declararon su apoyo total a la nueva
‘cruzada recaudatoria’ (se prevén ingresos adicionales
del orden de 125 mil millones de pesos) para “cumplir con los
compromisos del Estado”, como lo declaró el diputado Francisco
de Silva tras de la reunión que tuvieron los coordinadores de
las fracciones panistas en el Congreso con el Presidente Fox
para “amarrar” su propuesta fiscal: “...ambos (Diego
Fernández de Cevallos y Felipe Calderón Hinojosa) hablaron de
la necesidad de que había de que esta reforma se concretara,
en términos de poder cumplir las obligaciones del Estado, para
atender los programas de desarrollo social”, tesis reiterada
por el presidente del blanquiazul, Luis Felipe Bravo Mena, quien
expresó que “...nunca irá en detrimento de la población el que
haya una mejor distribución del ingreso, el que haya más justicia
social y el que los que tengan más pongan más para que esto
sirva más a los pobres...No hay costos políticos en una política
de distribución social, todo lo contrario, en una política de
redistribución de la riqueza que le urge al País no puede haber
más que éxito para todos”. ¿Será, o está recitando de memoria
el nuevo credo neoliberal también repetido por el Jefe
Diego: “Si no se da junto con la propuesta integral una
serie de elementos que impliquen medidas compensatorias en dinero
contante y sonante para millones de pobres, esa propuesta no
pasará, al tiempo”? (¡Ah, la divina retórica!).
¿Será
verdad tanto amor de los foxistas para los olvidados
de Dios?
Lo
enunciado por los dirigentes panistas resulta inverosímil y
sospechoso, y más tras de su acendrada “indiofobia” exhibida
durante la comparecencia de los comandantes del EZLN
en el salón de Plenos del Congreso de la Unión, defendiendo
los derechos y la dignificación de los miserables indios
de México que ni la Constitución reconoce (el PAN, como
un solo hombre, se autoexcluyó de dicho performance donde
un puñado de encapuchados liderado por la comandante
Esther ‘mancilló’ el sagrado recinto parlamentario).
En
este mismo tenor de novela negra, el propio Fox contribuyó a
aumentar la confusión general tras de expresar, durante su programa
radiofónico “Fox en vivo, Fox contigo” que él no era
un Robin Hood fiscal (sic) además de negar que su Gobierno
tenga la intención oculta de gravar a los pobres: “...eso
es falso, es una mentira, no fui elegido Presidente para fregar
a los pobres, no lo voy a hacer ni ahora ni nunca”, lo que reiteró
durante su brevísimo llamado a la Nación, de apenas cinco minutos
por televisión nacional, una noche antes de enviar la iniciativa
al Congreso: “En esta reforma los pobres no pagan, reciben,
¡no tengo por qué engañar a nadie! Mi propósito como Presidente
es sola y exclusivamente luchar por los que menos tienen, distribuir
el ingreso en el país y asegurar que nuestro querido México
crezca y se convierta en una gran nación exitosa y triunfadora”.
Pero
la realpolitik contradice al mandatario, igual que el
frío tecnócrata que despacha en la Secretaría de Hacienda
(así se autodefinió Francisco Gil Díaz ante la plana mayor de
los banqueros), furioso defensor de toda clase de gravámenes
incluyendo, además de los citados, los enfocados a la adquisición
de nuevos inmuebles, a las colegiaturas y hasta ¡a los libros
y periódicos!, lo que hizo expresar al Cardenal Arzobispo Primado
de México, Norberto Rivera Carrera: “Todos tenemos derecho a
conocer en qué va a consistir...el pueblo necesita conocer si
eso realmente va a ayudar a México, porque sería muy lamentable
que una medida de esa naturaleza lastimara a los más pobres”.
El
prelado le puso el cascabel al gato: ¿para qué, una reforma
redistributiva, forjada a partir de retórica (el
arte de la persuasión vía toda la megamáquina massmediática
y enunciativa) y de estilística (atención a la forma, antes
que al fondo)? ¿Podrán, Fox y sus aliados albiazules, convencer
a las mayorías, en permanente estado de pauperización, de las
bondades de su macrorreforma, empezando con los legisladores
de la oposición que difícilmente aprobarán en este período de
sesiones que concluye en abril, dicha iniciativa, según lo manifestaron
los priístas haciendo eco de lo insinuado por el propio Gil
Díaz ante los señores del dinero?: “...lo ideal es que sea discutida
y analizada profundamente, y que se tomen (los legisladores)
el tiempo para hacerlo. No se puede hacer una reforma de este
tamaño al vapor, ni irresponsablemente”, lo que remite
el posible visto bueno hasta los meses de junio o julio en algún
período extraordinario de sesiones aunque en dicho tiempo pueden
pasar muchas cosas, incluyendo el potencial aborto de la iniciativa
considerando la vox populi que ya está harta de invenciones
gubernamentales y más cuando se trata de imponer nuevas tributaciones
dirigidas a impactar, directamente, a las castigadas clases
medias en franco proceso de extinción gracias al experimento
de los fríos tecnócratas.
Tanto
Fox como su Secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez
Mota, y el pobretólogo zedillista y ahora flamante director
del IMSS, Santiago Levy (creador del concepto de la pobrematic
que no prosperó y fue sustituida por el Progresa,
también de su autoría) defienden a capa y espada el argumento
de que los nuevos recursos servirán para financiar el
combate eficaz contra la pobreza. Y el ejemplo lo pone la titular
de la Sedesol al anunciar el nacimiento de un nuevo programa
antipobreza titulado, eufemísticamente, ‘Contigo’,
mediante el cual los beneficiarios de este sistema de compensación
(más de cinco millones de familias que representan a 27
millones de personas localizadas en los 2,200 municipios con
peor marginación en el País), a pesar de pagar los nuevos impuestos,
no perderán, sino ganarán: “...esta compensación no solamente
les está devolviendo el IVA que van a tener que pagar, sino
que en algunos casos hasta tres veces más de lo que están pagando
por IVA” (Fox insiste en que “los pobres no pagan, reciben”),
a lo que sumó otro concepto dominguero: “...y no solamente
a través de este programa de compensación, un programa
de transferencias directas de recursos, de aquellos sectores
que tienen mayor posibilidad de vivir con mayor dignidad que
aquellos que no la tienen”. ¿Muy claro, no?. Levy remató su
intervención en el programa radial con una frase propia del
Tractatus Logicus Philosophicus (Wittgenstein): “...a
estas familias (cinco millones) se les devolverá el impuesto
en su totalidad, más recursos adicionales” (¡viva la tautología!).
¿En
Foxilandia, no hay ladrones? ¿O nueva versión de la ‘Ley
de Herodes’?
Alberto
Isaac, que en paz descanse, autor de “En este pueblo no hay
ladrones”, se escandalizaría ante la nueva ofensiva redistributiva
perpetrada por Fox y por sus neotecnócratas, que a toda
costa buscan capitalizar las arcas públicas y sanear
las finanzas gubernamentales aplicando, si es necesario, los
nuevos códigos inspirados en la novísima “Ley de Herodes”
(resemantizada, por supuesto) exhibiendo, con orgullo, el mayor
instrumento legitimador de la flamante reforma fiscal:
la Ley del Impuesto al Valor Agregado revisada y reformada hasta
en sus más recónditos signos ortográficos.
Pero
lo más escandaloso de todo es el hecho de que Fox no acepte,
abiertamente, convertirse en una versión posmoderna de Robin
Hood (al despojar de sus bienes a los ricos para redistribuirlos
entre los pobres) y sí insista en que la nueva reforma
es redistributiva cuando el valor agregado o producto
que se redistribuirá es el proveniente de los bolsillos
de las clases populares y de los escasos estratos de clase
media aún existentes y nunca el de las clases altas, incluyendo
las plutocracias y las oligarquías que están más allá del bien
y del mal y se benefician, ampliamente, junto con inversionistas
extranjeros que poseen papeles bursátiles (Cetes, Bondes,
etc.) emitidos por el gobierno federal, de los intereses generados
año tras año, tanto de la deuda externa que contrae el propio
gobierno ($76 mil millones de dólares) como de la deuda interna
($62 mil millones de dólares), factor que analizan expertos
bursátiles estimando una renta por dicho concepto del
orden de $18,500 millones de dólares anuales para los tenedores
de los títulos de deuda pública, como lo señala Enrique Quintana:
“...solo considerando el monto de intereses pagados por concepto
de la deuda interna, un grupo de 350 mil familias (mexicanas)
recibirá el equivalente a $8,800 millones de dólares (anuales)
por concepto de intereses reales de la deuda pública” (“El
olvido de Hacienda”; El Norte, 2/IV/01). ¿Cómo logrará
Fox gravar y redistribuir esta riqueza agregada,
que es fácilmente camuflada y exportable, igual que los capitales
golondrinos denunciados por el PRD?. Por supuesto que detalles
como este no están incluidos en la flamante reforma fiscal
que se busca instaurar aunque, como diría Alberto Isaac, “en
Foxilandia no hay ladrones”.
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